«Recuerda que por el destino
está ordenado a todos los hombres el morir,
y aprende que los bienes de la fortuna son inciertos:
así como se les adquiere, se les puede perder.
En todos los males que los hombres sufren,
por lo augustos decretos del destino,
acéptalos con la suerte que has merecido;
sopórtalos con dulzura y no te enojes por ello.
Trata, en la medida que puedas, de remediarla.
Pero medita bien esto:
que el destino no envía a las gentes de bien
la mayor parte de esos males.
Muchos discursos, buenos o malos,
se hacen entre los hombres.
No los admires enseguida,
ni los aceptes tampoco.
Observa en toda ocasión lo que voy a decirte:
que nadie, ni por sus palabras, ni por sus acciones,
pueda nunca inducirte
a proferir o hacer lo que para ti
no es útil ni beneficioso.
(...)
No hagas cosas que puedan perjudicarte
y reflexiona antes de hacerlas.
No cierres los ojos al dulce sueño,
sin haber examinado cada una de las acciones del día.
¿En qué he faltado? ¿Qué he hecho?
¿Qué he dejado de hacer que debería haber hecho?
Comenzando por la primera de tus acciones,
y continuando por todas las demás.
Y si encuentras que has cometido faltas,
repréndete severamente, pero si has hecho bien
regocíjate de ello.
Esfuérzate por poner estos preceptos en práctica,
medítalos; es menester que los ames con toda tu alma,
y te colocará en los caminos de la virtud divina,
yo lo juro por aquel que ha transmitido
a nuestra alma el sagrado Cuaternario,
fuente de la naturaleza cuyo curso es eterno »
Pitágoras dixit
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3 comentarios:
Ningún error,por grava que sea, puede de ningun modo cambiar la eterna relidad de todos nosotros.
Me encanta.
BESOS MAR
Queria decir grave, se me fue.
MAR.
Tendré en cuenta cada una de estas líneas presentes en mi día a día.
Un besazo.
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