sábado, 5 de septiembre de 2009
El saludo de la oscuridad
Como cualquiera de los sábados que nunca regresarán, el whisky se deslizaba por aquella cascada próxima al acantilado en la que la melancolía solía refugiarse durante su soledad. Observó el descenso y percibió el estruendo que también retumbó en los oídos de las siete aficiones malsanas que vigilaban a su alrededor. Algunas veces siente que cambiaría lo cóncavo por lo convexo, pero no se decide a hacerlo. Solo deja que su mente recite inconscientemente los Versos de Oro y al mirar atrás desde las profundidades de la Tierra, logre sentir que aquel que era su mundo ya no es el suyo. El Sol ira poco a poco acortando sus visitas.
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